
Para muchas personas, masticar hielo es un simple consuelo: algo para hacer mientras terminan de beber, se refrescan en un día caluroso o alivian el estrés. Se siente limpio, sin calorías y mucho menos dañino que los refrigerios azucarados.
Pero esta es la parte que la mayoría de la gente no se da cuenta: la misma dureza que hace que masticar hielo sea tan satisfactorio también es lo que lo hace destructivo. Cada crujido ejerce una presión extrema sobre los dientes, dejando grietas microscópicas y debilitando el esmalte. Con el tiempo, esos cambios invisibles se convierten en sensibilidad, astillas e incluso dientes rotos.
Los dientes son fuertes, pero no están hechos para triturar cubos congelados. Cada crujido crea pequeñas fracturas en el esmalte, la capa protectora de los dientes.
¿El resultado?
📊 Los estudios demuestran que masticar sustancias duras como el hielo puede duplicar el riesgo de tener dientes agrietados o fracturados.
El hielo no solo es duro, es extremadamente frío. La exposición repetida a temperaturas bajo cero hace que el esmalte se expanda y contraiga, lo que debilita su estructura.
Debido a que esto no duele de inmediato, la mayoría de las personas no se dan cuenta del daño hasta que presentan:
📊 El esmalte no vuelve a crecer. Una vez que la sensibilidad se establece, el daño es duradero.
Debido a que el hielo no contiene calorías y se siente limpio, muchas personas subestiman su impacto. En comparación con los caramelos o los refrescos, masticar hielo puede parecer la opción más segura. ¿Pero la verdad? Puede causar mucho más daño físico a los dientes en menos tiempo.
Masticar hielo no parece peligroso en este momento, pero sus efectos aumentan silenciosamente. Con el tiempo, esas pequeñas grietas y los golpes de frío se acumulan y provocan daños reales: sensibilidad, fracturas e incluso costosas intervenciones dentales. Con pequeños cambios, puedes conservar la comodidad de un crujido refrescante sin romperte los dientes en el proceso.
¿Masticar hielo realmente puede romper un diente?
Sí Muchas emergencias por fracturas dentales están relacionadas con la masticación de hielo.
¿Por qué tengo ganas de masticar hielo?
A veces es un hábito, pero los antojos frecuentes también pueden estar relacionados con la deficiencia de hierro (una afección llamada pica).
¿Es seguro el hielo picado?
Es más seguro que los cubos sólidos, pero sigue siendo riesgoso si se mastica con frecuencia.
¿Masticar hielo puede dañar los empastes o las coronas?
Definitivamente. Las restauraciones son aún más vulnerables a las grietas causadas por la fuerza repetida.
¿Cuál es el reemplazo más seguro?
Agua fría, frutas congeladas o chicles sin azúcar: refrescantes sin riesgo.
En Servicios dentales de KYT, vemos constantemente los efectos ocultos de los hábitos cotidianos. Con frecuencia, los pacientes se sorprenden al enterarse de que algo tan «inocente» como masticar hielo está detrás de sus grietas, astillas o sensibilidad dental repentina.
Nuestro enfoque va más allá de reparar el daño. Ayudamos a los pacientes a identificar y ajustar los hábitos antes de que se conviertan en problemas costosos, protegiendo el esmalte, restaurando la fuerza y manteniendo una sonrisa brillante y resistente.
✨ Porque incluso un simple crujido debería refrescarte, no romper tu sonrisa.





